Leo Matiz – Frida y Diego
Leo Matiz © Alejandra Matiz / Courtesy Photology, Milano. Mostra personale.
Comunicato stampa
Photology tiene el agrado de presentar en su galería de Garzón (Uruguay) la nueva exposición “Frida y Diego.
Fotografías de Leo Matiz”, realizada con el trabajo colaborativo de la Fundación Leo Matiz. En la exposición,
dedicada a la histórica relación entre Frida Kahlo y Diego Rivera, serán expuestas por primera vez tres
fotografías inéditas de gran formato, pintadas a mano por un artista mexicano.
La exposición consta de una selección de alrededor de 40 fotografías – plata-gelatina y platinotipias - realizadas
por Leo Matiz en Coyoacán, México, entre 1940 y 1943, todas certificadas por la Fundación Leo Matiz de la
ciudad de México. Cuando Matiz llegó a México en 1940, Frida Kahlo y Diego Rivera ya habían consolidado
aquella aura de fascinación y sugestión que hoy todavía acompaña su recuerdo. Matiz entabló con los dos
artistas una sincera relación de amistad, y por eso muchas veces fue invitado a su residencia. El fotógrafo, con
su ojo atento y sensible, provisto de su inseparable Rolleiflex, inmortalizó escenas sencillas pero inolvidables de
Frida y Diego en su “Casa Azul” y en otros momentos de su vida cotidiana. Las imágenes de Leo Matiz nos
muestran el idilio de amor, entre vida y desesperación, entre belleza y enlace con el folklore popular de su
propia tierra. La novedad de la temporada 2015-2016 es representada por la iniciativa APERITIVO ITALIANO,
destinada a enriquecer la experiencia de los visitantes a través de la promoción de las excelencias italianas.
Leo Matiz © Alejandra Matiz
“La unión de un elefante y una paloma”
En el año 1940, Frida Kahlo compró dos relojes de cerámica, en los cuales la posición de las manecillas variaba
de una medida mínima para significar que las horas entre la separación de Rivera, anotada en uno de los
relojes, y el nuevo matrimonio, anotado en el otro reloj, eran horas perdidas. Los relojes de la existencias de
Frida y Diego salieron con veinte años de distancia el uno de otro. Frida nació en 1907, aunque amaba decir
que su año de nacimiento fue el de 1910, porque sentía profundamente que era hija de la revolución mexicana
de ese año y, por lo tanto, del nacimiento del México moderno. Su infancia transcurrió en Coyoacán con sus
hermanas y sus padres, Guillermo Kahlo (1871-1941), un fotógrafo nacido en Alemania, y Matilde Calderón y
González, una acomodada mexicana de origen hispánico – amerindo. Diego, en cambio, nació en Guanajuato el
día 8 de diciembre de 1886. A partir de 1896 empezó a frecuentar clases nocturnas en la Academia de San
Carlos en la ciudad de México; en 1905 recibió una beca del Ministro de Educación, Justo Sierra, y en 1907 una
más del Gobernador de Veracruz, las cuales le permitieron ir a España y entrar a la escuela de Eduardo
Chicharro en Madrid. Sus vidas transcurrieron paralelas hasta que se cruzaron por la primera vez en la escuela
de Frida, en ocasión de la ejecución del mural Creación de Diego, realizado entre el 1921 y el 1923. Frida, a
pesar de encontrarse ya influida hacia el arte por su padre, fue inicialmente impulsada por sus ganas de hacerse
médico, y se inscribió entonces en la Escuela Nacional Preparatoria, donde se juntó al grupo rebelde de Los
Cachuchas, estudiantes que apoyaban al nacional-socialismo y que tomaron su denominación por la gorra que
utilizaban como signo distintivo. A Frida le gustaba rebelarse contra las convenciones sociales, al igual que sus
amigos; se rapó el cabello y se rehusó a llevar el corsé. La determinación y la vivacidad que la caracterizaban
fueron menoscabadas, aunque no destruidas, el de 17 de septiembre de 1925, cuando el colectivo donde
viajaba colisionó con un tranvía. Frida arriesgó la muerte. La columna vertebral se quebró en tres puntos. Dos
costillas, un hombro y la pierna izquierda se fracturaron. “Perdí mi virginidad en aquel accidente” dijo
ironicamente Frida, al referirse al pasamanos del colectivo que se había clavado en su pelvis. Siguieron una
extenuante serie de operaciones y una muy larga internación en la cama con dosel, al cual los padres decidieron
aplicar un espejo que representó para Frida la posibilidad de hacer de la pintura la razón de su existencia. Su
cuerpo reflejado e inmóvil se hizo el primer modelo para la sucesiva numerosa serie de autorretratos que
caracteriza su producción artistica.
Diego, mientras tanto, ya tenía un matrimonio y dos hijas por detrás. Dos años después del accidente y cuatro
después de su primer encuentro, Frida se presentó ante el artista para pedir su opinión acerca de los cuadros
que, en gran cantidad, había producido durante los largos meses de hospitalización. La relación de recíproca
estima se volvió muy pronto en la que es considerada una de las historias de amor más pasionales y
controvertidas del siglo. Se casaron en 1929, no sin despertar polémicas; la madre de Frida parangonó esa
unión a la de una paloma y un elefante; él tenía el doble de sus años, de su peso y de sus experiencias
sentimentales. Frida hizo de Rivera el centro de su existencia, y fue correspondida con la misma pasión, pero al
mismo tiempo con una serie interminable de traiciones amororsas.
“Tuve dos graves accidentes en mi vida. El primero fue un
tranvia, el segundo fue Diego”